La Biblia: Una historia dividida en partes |
Leer la Santa Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis no es una tarea fácil. Pero Judy Reamer tiene un plan para ayudarle a hacer precisamente eso: cientos, quizás miles, de veces
por Sandy Feit
Primero, arrancó la tapa de su Biblia, luego tomó una navaja de precisión y comenzó a cortar…
¡Espere! Antes de que añada a esta mujer a su lista de oración, permítame presentarle a Judy Reamer, una popular conferencista con el llamado de “hacer que las personas tengan tiempo para la Biblia y se involucrencon ella”. Su enseñanza más solicitada, “Cómo romper la barrera en cuanto a la Biblia”, se refiere a dos razones fundamentales que impiden a los cristianos convertirse en amantes de la Palabra de Dios: que su lectura consume demasiado tiempo y que es difícil de entender.
La escena anterior se ha repetido cientos de veces durante los últimos treinta años. Es la demostración de Reamer de cómo cortar una Biblia en cuatro segmentos, y reencuadernarla como minivolúmenes. Incluso los lectores lentos encuentran fácil el método, incluyendo a su propia hija, de doce años de edad, que lee la Biblia, de principio a fin, cuatro veces al año.
Reamer no fue siempre una ávida lectora de la Palabra de Dios. De hecho, después de doce años en el ministerio, todavía no había leído la Biblia entera. Las oportunidades de dar conferencias aumentaban, pero la ocupada madre de cuatro hijos sentía que no tenía suficiente tiempo para profundizar personalmente en el Libro de Dios. Por tanto, dando por hecho que era suficiente tener las nociones elementales de la Biblia, hizo lo que muchos cristianos hacen: aprendía sobre la Biblia de otros maestros y escritores, y enseñaba lo que había aprendido de ellos.
Cómo vino a la fe
Si usted se está preguntando cómo una creyente sin experiencia llegó a formar parte del círculo de conferencistas cristianos, la respuesta se debe a cómo vino a la fe. La versión corta es que se crió en un hogar judío, y más tarde pasó años buscándole sentido a la vida en sectas y filosofías de la Nueva Era. Entonces, en unas vacaciones aterrizó en Las Vegas donde su ídolo de la infancia, Pat Boone, estaba actuando.
Reamer todavía no está segura de por qué su esposo insistió, sorprendentemente, en que llamara al cantante en su hotel, o por qué ella lo hizo. Tampoco Pat Boone supo por qué había devuelto la llamada. Pero él dijo después que el nombre de ella había “saltado” de la lista de mensajes, sintiéndose constreñido a comunicarse con ella. Y “¡Qué grande es Dios!” -—esa es la expresión favorita de Reamer— se reunieron después de su concierto y pasaron varias horas hablando del Señor. Luego Pat Boone condujo a Judy Reamer a la fe en su Mesías judío.
Enseñar y aprender
Reamer comenzó a recibir pronto invitaciones para compartir su interesante testimonio, titulado: “Dios gana en Las Vegas”. Una iglesia le invitó de nuevo a hablar sobre un tema de su elección, y en poco tiempo tenía muchas invitaciones para dar charlas.
En un retiro, después de dirigir a los participantes a hacerse una introspección que era difícil, Reamer sintió la necesidad de relajar el ambiente. Así que, en broma, abrió la sesión de la tarde dirigiendo a todos a un libro inexistente de la Biblia. “Busquen a Abdías, capítulo 1”, les dijo, pensando que había sacado el nombre de una genealogía o de algún versículo poco conocido de la Biblia. Maravillada de que nadie pareció captar la broma, vio como todos dejaron de pasar las páginas, y se pusieron a mirarla, listo para recibir sus siguientes instrucciones. Horrorizada, se dio cuenta de que Abdías ES realmente un libro de la Biblia.
“Pensándolo bien” dijo, “vamos a Isaías 27”. Salvó las apariencias, pero se sintió avergonzada de que hubiera tantas personas oyendo a una maestra que nunca había leído la Biblia entera. Desde entonces se ha enterado de que más de nueve de cada diez cristianos y casi el mismo porcentaje de pastores nunca han leído la Biblia entera. Reamer sintió desesperadamente el deseo de ser una lectora de la Biblia, y le rogó a Dios que fuera así. “No había ningún deseo de impresionar a la gente”, recuerda. “Yo solo quería conocer al Autor y saber lo que había en su mente y corazón”.
Trataba de leer porciones extensas de la Biblia, pero su investigación terminó siendo más frustrante que útil. Los capítulos complejos la llevaban a léxicos, comentarios y diccionarios bíblicos, que solo le impedían avanzar al ponerse a considerar los detalles.
Una oración respondida
Entonces, justo una semana después del incidente con Abdías, su hijo llegó a casa de una universidad cristiana con un folleto sobre Phillip Green, un pastor que había leído toda la Biblia, miles de veces. Sintiendo que su oración estaba a punto de ser contestada, Reamer comenzó a seguir las sugerencias del folleto de inmediato. “Después de siete días”, dijo, “había leído una cuarta parte de la Biblia, comprendiendo tanto de las Escrituras que lo aprendido se me salía por los poros. Ya estaba comenzando a pensar con la mente de Cristo”.
Días más tarde, Dios amplió su respuesta a su oración. Mientras hacía una diligencia en la ciudad, Reamer se encontró accidentalmente con unos amigos de la iglesia y con el compañero de ellos: Phillip Green. La coincidencia la dejó pasmada, como también el saber que él estaba en la ciudad para hablar en reuniones durante toda la semana.
Reamer asistió a cada sesión. Humanamente hablando, el evento fue impresionante, a pesar de que la asistencia a esa pequeña iglesia fue solo de veinticinco personas cada noche. Pero los mensajes de Green fueron la base para lo que se convertiría en su enseñanza favorita: que, además de la oración y el estudio de las Escrituras, es esencial un tercer componente para la vida devocional —la simple lectura de la Biblia de tapa a tapa, una y otra vez.
“Puesto que Dios habla principalmente con su Palabra, la lectura de un versículo o dos al día no le da mucho a Él con qué trabajar”, dice. “Nuestra tarea es sacarle provecho a los pasajes bíblicos que leamos, y de esa manera el Espíritu Santo nos recordará más cosas de acuerdo con nuestras situaciones y necesidades (Jn 14.26). Entonces, cuanto más comprenda usted, más le hablará Él directamente”.
Es por eso que superar estas barreras habituales es muy importante, y la razón por la que Green ideó su sencillo plan. Por comprender la manera cómo funcionan el ojo y la mente en la comprensión del texto, Green sugirió el uso de una Biblia de letra gigante y a dos columnas. También recomendó dividir el texto en cuatro partes, ya que a la mayoría de las personas les intimidan los libros voluminosos.
El plan no sustituye, de ninguna manera, el estudio y la meditación, los cuales son necesarios para el crecimiento espiritual, aclara Reamer. “Pero mi tiempo de lectura es para leer. Si encuentro una idea que quiero estudiar o en la cual meditar, anoto el versículo y vuelvo a éste más tarde. Mi propósito al leer es ver el panorama general en contexto”.
“Llegué a amar toda la historia de Dios mediante la simple lectura”, dice Reamer. “Pero ahora me afianzo en el Señor mismo de una manera mucho más profunda, simplemente al meditar en las palabras que he visto tantas veces. Esto no habría sucedido si no hubiera leído la Biblia una y otra vez”.
Cómo dividir la Biblia
Dividir la Biblia y reencuadernarla en cuatro minivolúmenes ayuda a tener éxito, al hacer portátil y fácil de usar la Palabra. He aquí la manera de hacer su propia colección:
- Desprenda la tapa de una Biblia de letra gigante y de doble columnas. Utilice una navaja de precisión y corte el lomo, para separar el Nuevo Testamento. Divida el Antiguo Testamento después de Primero de Samuel, y después del Salmo 102.
- En una carpeta de manila abierta, trace el frente, el lomo y la parte posterior de cada segmento. Corte la silueta, y luego delinee y doble las dos líneas que forman el lomo. Nota: Forrar el exterior de las carpetas con papel autoadhesivo mejora su durabilidad.
- Unte pegamento en el lomo de cada parte y coloque la tapa. Haga lo mismo con todas las partes, y apoye los minivolúmenes sobre la parte engomada hasta que sequen.
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