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Ética del Creyente




Ética Cristiana – Introducción
La ética es el estudio de lo bueno y lo malo, de lo correcto y lo incorrecto. La ética cristiana bíblica es inseparable de la teología porque está basada en el carácter de Dios. La tarea de la ética cristiana, entonces, es determinar lo que se conforma o no al carácter de Dios. Francis Schaeffer explica lo singular de la ética cristiana: "Una de las distinciones del Dios judeocristiano es que no todas las cosas son iguales para Él. Eso al principio puede sonar bastante trivial, pero en la realidad es una de las cosas más profundas que uno puede decir acerca del Dios judeocristiano. Él existe; tiene un carácter; y no todas las cosas son iguales para Él. Algunas cosas se ajustan a Su carácter, y algunas son opuestas a Su carácter."1

Los musulmanes creen que las normas morales son arbitrarias, un producto del decreto de Dios, y por lo tanto pueden cambiar como Dios quiera. Los marxistas y los humanistas seculares confían casi exclusivamente en su filosofía económica o naturalista para determinar la ética. Los postmodernistas alegan a favor de una ética basada en valores "comunales" compartidos, y los humanistas cósmicos asumen que todos actúan moralmente al seguir la verdad interior determinada sobre una base individual. Los cristianos, por otro lado, creen que las normas morales provienen de la naturaleza o esencia de Dios. En lugar de creer en alguna fantasía pasajera atada a los caprichos siempre cambiantes de la sociedad, como cristianos, estamos comprometidos con un orden moral específico que nos ha sido revelado tanto por revelación general como por revelación especial. 


Sabemos que el orden ético de Dios es la única fuente verdadera de moralidad, y, de hecho, la única moralidad posible. No puede existir ninguna otra. "La mente humana," dice C.S. Lewis, "no tiene el poder de inventar un nuevo valor, de la misma manera que no lo tiene para imaginarse un nuevo color primario, ni, ciertamente, para crear un nuevo sol y un nuevo cielo para alojarlo."2 Para el cristiano, el orden moral es tan real como el orden físico—algunos dirían que hasta más real. El apóstol Pablo dice que el orden físico es temporal, pero el orden "que no se ve" es eterno (2da de Corintios 4:18). Este orden moral eterno es un reflejo del carácter y de la naturaleza de Dios Mismo.

Ética Cristiana – Nuestra Herencia Moral Común
La ética cristiana, en cierto modo, es simplemente una expansión de un orden moral que es revelado generalmente a todos. A pesar de algún desacuerdo con respecto a la moralidad de acciones específicas, Calvin D. Linton comenta acerca de la consistencia del código moral dentro de todas las personas en todas partes: “. . . Existe un patrón básico de similitud entre [códigos éticos]. Cosas como el asesinato, el mentir, el adulterio, la cobardía, por ejemplo, son casi siempre condenadas. La universalidad del sentido ético mismo (el "sentido del deber" de la conducta), y las similitudes dentro de los códigos de culturas diversas indican una herencia moral común para toda la humanidad que ni el materialismo ni el naturalismo pueden explicar."3

Podríamos definir esta herencia moral común como cualquier cosa, desde una actitud hasta una conciencia, pero como sea que la definamos, estamos conscientes de que sí existen algunos absolutos morales fuera de nosotros. De acuerdo a este código moral universal, siempre que hacemos un juicio estamos confiando en un criterio que mide las acciones de acuerdo a un conjunto absoluto de estándares. Sin un estándar, la justicia no podría existir. Sin una ética absoluta, la moralidad no podría existir.
Ética Cristiana – Un Estándar Moral Común
Este estándar objetivo, absoluto, se hace aparente a través de las actitudes de la humanidad hacia la moral. De acuerdo con una filosofía secular, debemos tratar toda moralidad como relativa—pero en la práctica, hasta la sociedad secular trata algunos valores abstractos (como la justicia, el amor, y el valor) como constantemente morales. La sociedad secular también se horroriza del holocausto nazi, del sistema penitenciario ruso de gulags siberianos, y del abuso de niños. No podemos explicar este fenómeno a menos que aceptemos la idea de que ciertos valores de juicio aplican universalmente, y de algún modo son inherentes a toda la humanidad.

La moralidad cristiana está basada en la convicción que existe un orden moral absoluto fuera de nuestro propio ser, aunque de algún modo está inscrito en nuestro propio interior. Es una moral que fluye de la naturaleza del Creador a través de la naturaleza de las cosas creadas, no un invento de la mente humana. Forma parte de la revelación general de Dios. "En el centro de cada código moral," dice Walter Lippman, "hay una imagen de la naturaleza humana, un mapa del universo, y una versión de la historia. Para la naturaleza humana (del tipo concebido), en un universo (del tipo imaginado), de acuerdo a una historia (también entendida), aplican las reglas del código."4

Esta luz moral es a la que el apóstol Juan se refiere como aquella que fue encendida en los corazones de todos los hombres y mujeres—"Aquella luz verdadera que alumbra a todo hombre" (Juan 1:9, RV). Es a la que el apóstol Pablo llama "la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia" (Romanos 2:15).

Esta moralidad no es transmitida arbitrariamente por Dios para crearnos dificultades. Dios no inventa nuevos valores a capricho. En cambio, el carácter innato de Dios es santo y no puede tolerar mal ni indiferencia moral—lo que la Biblia llama pecado. Por lo tanto, si deseamos complacer a Dios e impedir que el pecado nos separe de Él, debemos actuar de acuerdo con Su orden moral. Los cristianos están seguros de estas verdades acerca de la naturaleza y juicio de Dios como resultado de una revelación especial. Mientras que la revelación general le ha informado a todo el mundo de la existencia de un orden moral, la revelación especial—la Biblia—revela cosas específicas acerca de ese orden. En el análisis final, los cristianos confían en Dios y en Su Palabra para una explicación completa del orden moral.
Ética Cristiana – Conclusión
La moralidad cristiana y el sistema ético cristiano son iguales y al mismo tiempo diferentes de cualquier otro sistema que haya sido postulado jamás. Cada sistema ético contiene alguna gota de la verdad encontrada en el código cristiano, pero ningún otro sistema puede afirmar ser toda la verdad, transmitida como un absoluto de Dios a la humanidad.

Como cristianos que reconocen la verdad de la ley de Dios, debemos dedicar nuestras vidas a obedecerla. Esta dedicación es muy rara hoy en día. Bonhoeffer pregunta: "¿Quién se mantiene firme? Sólo el hombre cuyo estándar final no es su razón, sus principios, su conciencia, su libertad, ni su virtud, sino quien está listo para sacrificar todo esto cuando es llamado a la acción obediente y responsable con fe y con lealtad exclusiva a Dios—el hombre responsable, que trata de hacer su vida entera una respuesta a la pregunta y al llamado de Dios. ¿Dónde están estas personas responsables?"5

Esos cristianos son aquellos que están dispuestos a tratar al orden moral de Dios con el mismo respeto que muestran a Su orden físico. Que aman a Dios con todo su cuerpo, alma, espíritu, mente, y fuerzas. Que tratan a otros como desean ser tratados. Ellos pueden estar en los vestíbulos de oficinas del gobierno, manteniéndose firmes contra la tiranía y la esclavitud, o en el campo misionero, sacrificando todo por el evangelio. Más a menudo, son cristianos bastante ordinarios viviendo vidas extraordinarias, mostrando al mundo que vale la pena creer y vivir la verdad de Cristo. (Para ejemplos bíblicos de hombres y mujeres moralmente responsables, ver Hebreos 11:32–12:3.)


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